El rol de las ciudades para salvar la industria y la cultura nocturna

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“Halcones nocturnos despoblados” por D Rohrer

Así como el 11 de septiembre marcó un antes y un después en términos de seguridad, el COVID-19 podría transformar algunos de los hábitos y normas de sociabilidad en grandes áreas urbanas. 

Esta crisis ha puesto a prueba nuestra capacidad e inclinación natural de ser sociables, pero también ha creado nuevas oportunidades para reflexionar sobre la forma en la que el ocio y el entretenimiento se distribuyen en áreas urbanas. Cuando termine, la cultura y la vida nocturna podrían jugar un papel fundamental en la reconstrucción y reconexión de los sistemas sociales que han sido afectados por el aislamiento.

¿Qué pueden hacer las ciudades para salvar las industrias creativas y de entretenimiento en tiempos de distanciamiento social? ¿Cómo puede la vida nocturna transformarse en una plataforma para la recuperación de las ciudades a largo plazo? ¿Y cuál es la importancia de los alcaldes nocturnos en el marco de los esfuerzos de alivio y recuperación?

Andreina Seijas, Teaching Fellow y candidata doctoral en la Harvard Graduate School of Design, explora el potencial de las nuevas formas de gobernanza nocturna para ayudar a las ciudades a responder proactivamente ante una de las mayores crisis de nuestro tiempo.

Este artículo fue escrito en inglés y publicado el 5 de abril de 2020 en www.nighttime.org 

La versión original se encuentra disponible aquí.

La vulnerabilidad de las industrias nocturnas

La actividad urbana 24 horas es una característica esencial de la ciudad postindustrial. Cuando los servicios reemplazaron a la manufactura como las principales fuentes de sustento económico, las ciudades se dieron cuenta de que había una ventaja competitiva en expandirse más allá de los horarios tradicionales de 9 a 5. Este nuevo espíritu permitió que las industrias de la vida nocturna y la hospitalidad florecieran, convirtiéndose en motores de crecimiento relevantes y componentes significativos de la ciudad como una máquina creativa y de entretenimiento. Si bien algunos de estos servicios—particularmente los más grandes—fueron separados de otros usos y ubicados en distritos especializados a través de las leyes de zonificación, a muchos otros como restaurantes y bares se les permitió habitar en corredores comerciales, creando entornos vibrantes de ocio y entretenimiento cerca de las áreas residenciales.

En los últimos años, sin embargo, la máquina de entretenimiento estaba perdiendo fuerza. El aumento de las compras en línea, a la par del alza de los arriendos debido a fenómenos como la gentrificación, favoreció la desaparición de pequeños negocios y tiendas tradicionales en ciudades de todo el mundo. Además, antiguas áreas industriales y comerciales se convirtieron en comunidades de uso mixto, donde los nuevos residentes muchas veces se quejan de la vida nocturna existente, ocasionando el cierre de espacios creativos y de entretenimiento. En muchos casos, lo que ayudó a salvar librerías independientes, restaurantes de vecindario y pubs locales fue la capacidad de estos negocios de promover la sociabilidad. Los clubes de lectura, las noches de trivia y otros programas ayudan a crear un sentido de comunidad que favorece la cooperación con los residentes locales, aliviando algunas de las tensiones y evitando que muchos de estos lugares desaparezcan.

En este contexto, el Coronavirus (COVID-19) tomó por sorpresa al mundo. Esta enfermedad invisible pero poderosa ha detenido la economía mundial, acelerando una crisis urbana que ya estaba en marcha. Pero mucho antes de que COVID-19 fuera declarado una pandemia, ya había surgido un nuevo actor urbano: en los últimos 15 años, muchas ciudades de todo el mundo han designado representantes independientes o han creado oficinas especializadas para administrar la vida nocturna. A principios de 2020, más de 45 ciudades ya contaban con un alcalde nocturno u organización de defensa nocturna responsable de mediar entre los gobiernos locales, los residentes y la industria de la vida nocturna. Si bien la noche urbana ha sido tradicionalmente un espacio muy disputado, caracterizado por tensiones entre comunidades creativas y vecinos, y por una estricta vigilancia y presencia policial, estos nuevos actores están promoviendo una nueva cultura de transparencia, solidaridad y colaboración que exige integrar, en lugar de segregar, la vida nocturna y el entretenimiento en áreas urbanas.

En tiempos de crisis, las respuestas por parte del gobierno tienden a ser reactivas e implican medidas severas tales como toques de queda, los cuales ejercen una gran presión sobre la policía y otras fuerzas de seguridad. Si bien es necesario tomar estas medidas para contener la situación, estas respuestas crean un aura de miedo y ansiedad que afecta la percepción ciudadana de los entornos nocturnos incluso meses después de que se levanten los cierres. En una crisis donde las multitudes son la mayor fuente de peligro, ¿qué pueden hacer las ciudades para salvar la vida nocturna y proteger a las comunidades nocturnas en tiempos de distanciamiento social?


Un restaurante casi vacío en Milán (Crédito: New York Times)

Una nueva era de gobierno nocturno

Los sistemas urbanos de gobernanza nocturna operan en diferentes niveles y van desde actores estatales como la policía, hasta actores no estatales como los Distritos de Mejoramiento Comercial (Business Improvement Districts o BIDs). Una incorporación reciente al elenco de actores urbanos es el papel de los “alcaldes nocturnos,” quienes son representantes independientes u oficinas gubernamentales responsables de administrar la vida nocturna y facilitar su coexistencia con otros usos en áreas urbanas. Si bien aún son una figura reciente, los alcaldes nocturnos ya han ayudado a crear conciencia sobre las importantes contribuciones de la vida nocturna hacia la cultura y el desarrollo económico de muchas ciudades, así como de la necesidad de emplear la mediación (en lugar de la sobre-regulación) para resolver los conflictos y desigualdades que existen en la escena nocturna. Estos nuevos actores también están ayudando a obtener recursos adicionales, tanto públicos como privados, para gestionar estos problemas y crear nuevos espacios de representación que antes no existían.

Conscientes de la rápida difusión de este nuevo modelo en todo el mundo, hace un par de años Mirik Milan y yo emprendimos un proyecto para mapearlo y comprender sus variaciones. El proyecto consistió en un estudio cualitativo para recopilar datos sobre la naturaleza, el alcance, las contribuciones y las perspectivas futuras de este nuevo rol. En el verano de 2018, distribuimos una encuesta y recibimos 35 respuestas de individuos y organizaciones en esta capacidad en todo el mundo. Para complementar estas ideas, también hablamos con un grupo de expertos que han influido en el análisis y la propagación de este nuevo rol: Jim Peters, presidente del Responsible Hospitality Institute; Rafael Espinal, ex miembro del Consejo de Brooklyn; Philip Kolvin, ex presidente de la Comisión Nocturna de Londres; Charles Landry, urbanista y fundador de Comedia Consultancy; Will Straw, profesor de Estudios de Medios Urbanos en la Universidad McGill; y Luc Gwiazdzinski, profesor del Departamento de Urbanismo y Geografía de la Universidad de Grenoble.


Distribución global de alcaldes nocturnos y organizaciones de defensa nocturna. (Fuente: Seijas y Gelders, 2020)

Entre los resultados, nuestro estudio reveló variaciones importantes en términos del lugar donde se ubica este rol (dentro o fuera del gobierno local) así como diferencias clave en el alcance del “alcalde nocturno” en las ciudades europeas y americanas. Si bien la mayoría de los alcaldes nocturnos europeos son representantes independientes, la mayoría de sus contrapartes estadounidenses han sido contratados para funciones de tiempo completo dentro de las administraciones locales. A pesar de estas diferencias, el estudio reveló que los alcaldes nocturnos tienen un fuerte enfoque en la mediación y que, a pesar de tener recursos limitados, están creando nuevas oportunidades para promover escenas nocturnas más seguras e inclusivas. En los últimos años, ciudades como Ámsterdam y Nueva York han experimentado con nuevos formatos para reducir la delincuencia y las molestias nocturnas a través de la mediación, mientras que otras como Orlando están probando nuevas formas en que operadores tales como Lyft y Uber y las autoridades municipales pueden diseñar estrategias conjuntas para manejar multitudes de forma eficiente en distritos de vida nocturna altamente saturados.

La vida nocturna y la hospitalidad se encuentran entre los sectores más afectados por las políticas de distanciamiento social, ya que estas industrias dependen en gran medida de las multitudes y las reuniones sociales. Después de cierres masivos, toques de queda estrictos y la cancelación de eventos desde el 50 aniversario de Glastonbury hasta los Juegos Olímpicos de Verano en Tokio, ¿qué pueden hacer las ciudades para disminuir el impacto de esta crisis en escenas nocturnas que ya eran vulnerables?

Diferentes respuestas a la misma crisis

Las respuestas globales a COVID-19 han sido amplias y muy diversas. De manera similar a las estrategias para hacer frente al cambio climático, la mayoría de las respuestas buscan contener la propagación del virus (mitigación) o adaptar funciones humanas básicas como trabajar, comprar, estudiar y socializar a las nuevas regulaciones de distanciamiento social (adaptación). Cuando se trata de adaptar la vida nocturna a estas regulaciones, se pueden identificar tres fases.

  • La primera fase es la contención, que implica medidas inmediatas que van desde la reducción de la capacidad de los establecimientos, hasta la imposición de toques de queda y la declaración de un cierre indefinido.
  • La segunda fase es la de alivio, que involucra soluciones para moderar el impacto a corto plazo de la crisis, tales como la suspensión del cobro de impuestos, alquileres y servicios públicos para propietarios de negocios, así como esfuerzos como United We Stream, una campaña de recaudación de fondos en vivo creada por la Clubcommission de Berlín e implementada en otras ciudades como Manchester y Viena desde principios de abril.
  • La tercera fase se refiere a la recuperación, o las herramientas que las ciudades pueden desarrollar para permitir una rehabilitación rápida de trabajadores independientes, músicos, artistas y muchos otros una vez que finalice el distanciamiento social. Esto incluye recursos tales como encuestas en línea implementadas por ciudades como Filadelfia, Nueva York y Los Ángeles para recopilar datos clave sobre la cantidad de personas y organizaciones afectadas por los cierres, a fin incentivar a gobiernos locales a gestionar ayudas para estos sectores.

Si bien nuestro estudio sobre la gobernanza nocturna reveló diferencias importantes según la ubicación de los alcaldes nocturnos (dentro o fuera del gobierno local), estas diferencias parecen ser menos relevantes en el contexto de una pandemia global. La gestión de crisis exige la participación de todo tipo de actores nocturnos, desde privados hasta públicos, desde oficiales hasta no oficiales. Si bien la contención exige una respuesta de arriba hacia abajo, la cooperación a nivel comunitario se vuelve más relevante durante la fase de alivio, ya que las redes sociales pueden ser más necesarias que la policía para movilizar recursos de forma oportuna. Finalmente, la cantidad de recursos y coordinación necesarios para la fase de recuperación requerirá una importante colaboración de múltiples actores. En este contexto, el poder de convocatoria de los alcaldes nocturnos, sus amplias redes y su capacidad para cerrar la brecha entre sectores como las industrias de la vida nocturna y las autoridades locales, proporcionan una plataforma única para diseñar e implementar soluciones creativas de alivio y recuperación para gestionar algunos de los impactos de la crisis que estamos viviendo.

El futuro de la vida nocturna después del distanciamiento social

La densidad y la vida nocturna a menudo van de la mano. En las ciudades postindustriales, la vida nocturna se convirtió en una industria en sí misma, beneficiándose de las grandes aglomeraciones de consumidores que exigen servicios diversos, lo que les permite especializarse. Esto explica en parte por qué la economía nocturna en lugares como Nueva York, Londres, Tokio—e incluso Las Vegas—es una importante atracción turística, así como la fuente de millones de empleos. Sin embargo, en un mundo donde la norma es mantener al menos 2 metros de distancia entre nosotros, su “ballet de las aceras” (como lo llamaba Jane Jacobs) y la variedad incesante de interacciones a escala humana son la razón por la cual la Gran Manzana se convirtió en el epicentro de la pandemia en los Estados Unidos.


Una imagen sin precedentes de Las Vegas en la oscuridad (Crédito: Getty Images)

Al igual que el 11 de septiembre marcó un antes y un después en términos de seguridad, COVID-19 podría transformar algunos de los hábitos y normas de sociabilidad en grandes áreas urbanas. Esta crisis ya nos ha permitido a muchos de nosotros darnos cuenta de que trabajar desde casa no solo es una opción viable, sino también una alternativa conveniente a los traslados diarios a la oficina, los cuales afectan tanto al medio ambiente como a nuestras relaciones personales. También nos ha animado a quienes enseñamos a pensar de manera más creativa sobre cómo usar la tecnología para democratizar el acceso a una educación de calidad. Pero quizás la actividad humana que cambiará más dramáticamente es la forma en que interactuamos y nos relacionamos entre nosotros.

Esta crisis ha puesto a prueba nuestra capacidad e inclinación natural de ser sociables, pero también ha creado nuevas oportunidades para reflexionar sobre la forma en la que el ocio y el entretenimiento se distribuyen en áreas urbanas. Cuando termine, la cultura y la vida nocturna podrían jugar un papel fundamental en la reconstrucción y reconexión de los sistemas sociales que han sido afectados por el aislamiento. Pero ¿cómo cambiará la naturaleza de estas actividades para satisfacer las nuevas demandas?

Una posibilidad es repensar la relación entre la vida nocturna y la densidad. Tradicionalmente, la vitalidad nocturna se mide en términos del tráfico peatonal, la cantidad de restaurantes per cápita o la cantidad de personas que ocupan un espacio público en un momento dado. Sin embargo, no necesitamos estar apretados como sardinas en lata para disfrutar de una vida nocturna de calidad. La pregunta es, ¿qué tan densos deben ser los ambientes nocturnos? La descentralización de servicios como la vida nocturna, los centros de ocio y los espacios creativos podría ayudar a crear centros de entretenimiento de intensidad media en lugar de centros urbanos congestionados, donde las tensiones entre los residentes y quienes salen de fiesta tienden a exacerbarse. Esto requiere planificación estratégica, diseño y regulaciones sólidas para gestionar los impactos sociales y ambientales, y empoderar a nuevos líderes locales dispuestos a guiar a estas comunidades.

Una segunda posibilidad es repensar los criterios para el otorgamiento de licencias. Al igual que los restaurantes de alta cocina han modificado su modelo de negocio y están entregando hamburguesas y cócteles a domicilio para sobrevivir a la crisis actual, estas circunstancias sin precedentes podrían finalmente hacer que las ciudades se den cuenta de que la estricta separación de usos (vida, trabajo, entretenimiento) ya no es factible en entornos urbanos. Desde el punto de vista regulatorio, la zonificación y las licencias muchas veces se convierten en camisas de fuerza para aquellos que buscan innovar, particularmente en las industrias creativas y culturales. Si bien se reconocen como prácticas contraproducentes, muchas ciudades mantienen estas restricciones para reducir externalidades tales como el sonido asociadas con la vida nocturna y el entretenimiento. En ciudades como San Francisco, la Comisión de Entretenimiento ha sido un actor fundamental para crear nuevos procedimientos que ayudan a determinar la compatibilidad de nuevos desarrollos residenciales y establecimientos de vida nocturna ya existentes. A través de regulaciones urbanas y procedimientos más flexibles, las ciudades pueden permitir el surgimiento de emprendimientos temporales o híbridos—tales como espacios de coworking que también funcionan como centros de ocio—ayudando a mantener las calles activas y vibrantes durante todo el día.

Una tercera posibilidad es repensar los horarios de cierre. La mayoría de las ciudades de todo el mundo tienen restricciones de horas de funcionamiento, a menudo vinculadas a la venta y consumo de alcohol. Para compensar algunos de los impactos de esta crisis, algunas ciudades podrían otorgar a los establecimientos comerciales la posibilidad de abrir más tarde como una táctica para ayudar a que la vida nocturna y las escenas culturales se recuperen. Sin embargo, antes de hacerlo, las ciudades deberán realizar estudios de viabilidad o incluso ensayos aleatorios para determinar qué vecindarios son más adecuados para tener un horario extendido en función de factores demográficos y el acceso seguro no solo para los clientes, sino también para los empleados. Las pandemias pueden ser experiencias con un efecto democratizador, ya que todos nos vemos afectados por la crisis. Ojalá esta situación nos anime a repensar más cuidadosamente la forma en la que estructuramos las condiciones laborales para los trabajadores nocturnos y otras poblaciones vulnerables, y a crear espacios nocturnos más tolerantes e inclusivos.

Una mayor flexibilidad en el otorgamiento de licencias y en el horario de cierre ha permitido que lugares como Berlín y Ámsterdam se conviertan en centros de innovación. Por un lado, Berlín no ha tenido toque de queda desde 1949, y por otro, Ámsterdam ha otorgado licencias especiales para descentralizar su vida nocturna desde 2012. No es una coincidencia que estas dos ciudades europeas tengan algunas de las escenas nocturnas más creativas del mundo, y también que fueran las primeras en crear alcaldes nocturnos y organizaciones de defensa nocturna. Si bien cada país enfrenta un nivel distinto de preparación, todos pueden beneficiarse al compartir recursos e información. Desde esta perspectiva, esta nueva red global de defensores de la vida nocturna es un ejemplo único de solidaridad y colaboración en tiempos de crisis.

En los próximos meses veremos cuáles de estas posibilidades logran materializarse y qué ciudades son más exitosas en la protección y reactivación de sus escenas nocturnas. Lo que es seguro es que las ciudades que ya cuentan con un sistema de gobernanza nocturno, bajo cualquiera de sus variaciones, ya tienen una ventaja competitiva para responder de manera proactiva a una de las mayores crisis de nuestro tiempo.